Van 9 meses que corren, no sé de tiempo, pero sé que hoy son 9 meses porque estoy a un pie de la iglesia que te vio crecer, el padre anuncia: "recemos por el eterno descanso de nuestro hermano...quien fue pedido por el padre y ahora está..." Pierdo el sermón al detenerme en las imágenes que puedo acomodar, siento como si el tiempo se detuviese allí, la luz vespertina que se asoma me hace soñar que eso es lo que es, un sueño. En él, todo es distinto, aderezado con lo ilógico.
Entro en un cuarto, es el viejo departamento de Villa de Cortés donde mi abuela vivió su matrimonio y posterior depresión, donde los ocho hijos crecieron antes de dividirse el padre y la madre, donde los nietos como yo crecieron en un entorno donde las edades no marcaban las jerarquías entre tíos, sobrinos, padres, pues todos éramos de edad incipiente, crecíamos y descubríamos diferentes cosas al mismo tiempo. Ese lugar era ahora un hueco gris, ruinas despedazadas por el tiempo, cuartos vacíos, inquilinos roedores, olores fríos, sentires putrefactos...allí estaba en el último piso, en el cuarto de fondo, en el que solían quedarse los pequeños, mi edad apenas rebasaba los once años, asomé mis ojos y pude verlos.
Eran mis tíos, corrían y con señas torpes, contradictorias entre sí llamaban mi atención, me cubrí casi por instinto cuando los vi arrojarse al suelo, en los brazos sostuve a mi hermano y alguien más se adhería a mi acto cuasi suicida de arrojo pechotierra. Subí, cuidadosamente la mirada, con un tercio de mi rostro postrado en la ventana, alcancé a vislumbrar un tipo alto, delgado, armado, amenazando a mis tíos, instantes después pasos desbocados y un grito direccionado a nuestro cuarto: "tengan cuidado con el c...", recuerdo que esa "c" era un animal. Enseguida, regresé al atrio, pues la paz había llegado, dí la mano como quien imita, pensando que estaba allí como una especie de mal sueño. Una mano se posó sobre mis hombros: -Adriana, te quedas un rato, vamos por un café.
Lo vi, recordé lo que hacía allí, salí, tomé mi bolso, un pequeño cuervo estaba sobre la fachada.
A MI ME SIGUIÓ UN TLACUACHE ANTES DE HACER MI EXAMEN PARA LA MAESTRÍA!
ResponderBorrarLos animales siempre nos acompañan. Aún no sé cómo acomodar todo esto...los animales me explican ciertas cosas que de otra forma no podría entender. Amo la naturaleza, este escenario que hace soportable todo lo demás.
ResponderBorrar