miércoles, diciembre 15, 2010

Una historia de desamor

IX.


En la tarde quieta las sombras de los árboles juegan a esconderse. En mi corazón juegan las penas, los sueños, los deseos.

Jaime Sabines, Como pájaros perdidos.


El nombre de esta entrada resulta poco original, nada de que extrañarse en este tiempo en el que lo común es encontrar seres con nulas intenciones de comprometerse con algo, llámese amor, pareja, trabajo, familia, etc. El 70% de mis amigos están en la soltería, recién "dejados" o ya agriados de tanto tiempo sin pareja...de desamor está tapizado el ambiente...

Amor, ¿qué es eso?, ¿qué es el amor?...es historia. Va una más de desamor y de muerte...


Un árbol de espeso follaje lleva vida y dolor en su rama más ligera. El cuerpo con los ojos hinchados y la expresión estirada. Aquella tarde había estado llorando, había llenado vasos con la amargura de su amor no correspondido. Como cada viernes se habían reunido a propósito del cumpleaños de Miguel, todos los amigos estarían allí, ella estaría allí también. Ulises con la esperanza abrazándole se esmeró, afeitó su escaso bigote, compró la loción aquella, arregló su pantalón y playera para la fiesta de la noche donde sabía la encontraría. Convenció a su hermana para que lo acompañara, le daba un poco de temor llegar y no poder acercarse a ella. Ansioso observaba el reloj del comedor quería llamarla y correr a su encuentro, comió presuroso, poco decía; su mamá le observaba con la misma ansia pero de escuchar sus planes. Ninguna de las dos cosas sucedieron, ni él llamó, ni ella pudo escuchar palabra alguna de él.

Las 6, agonizaba ya la tarde, su hermana no llegaba. Le llamó al celular, iba un poco retrasada dijo, su ansia se multiplicó. A las 8:30 estaban ya a la puerta del festejado de esa noche, los saludos habituales, la música estridente, las chicas con estoperoles y blusitas ajustadas. Caminaron al fondo, un par de cervezas, apostados en la esquina donde se resguardaba y servía la bebida conversaban con el festejado. Ulises disimuladamente veía de tiempo en tiempo la puerta principal.

Por fin terminó la espera, Cinthia apareció, venía con Jaime. ¡Qué raro! pensó, pero qué oportuno dijo casi entre dientes. ¿Qué dices? le preguntó su hermana. Aum, que ya llegó Jaime, voy a saludarlo, apenas terminó la frase y toda la energía y ansiedad previa se convirtió en una opresión y un intenso dolor contuso.

Jaime abrazaba a Cinthia, la tomaba de la cintura y después la besaba mientras jugueteaban con las manos. Nada había qué decir. Su hermana lo abrazó, le dijo que no valía la pena hacer nada más. Mario no supo qué decir, se disculpó, y trato de cambiar e incentivarlo con otros temas, pero era demasiado tarde, la imagen se clavaría en su mente de tal manera que sería imposible hablar o sentir otra cosa.

Pasado el momento, Cinthia y Jaime se acercaron al área de las bebidas, se miraron los cuatro. Cinthia reparó unos segundos en Ulises mientras Mario, Jaime y la hermana de Ulises llevaban una plática trivial.

-Por favor, dime que no es verdad...Bueno, sabes...yo te entiendo, te amo, regresa conmigo, no importa lo que haya pasado, te quiero mucho Cinthia...es más yo te recibo si tu te das cuenta de que me quieres...aunque estés embarazada o lo que sea...te quiero tanto- gimió Ulises.

-Yo no siento nada por ti. No te quiero y no quiero estar contigo. Estoy muy bien con Jaime, no te quiero, no te necesito- lapidó con desdén.

No te quiero, tic tac tic tac, no te quiero, tic tac tic tac, no te quiero tic tac tic, se repetía sin cesar aquella frase en su cabeza, su cabeza ardía en un sudor frío imparable, y el corazón aceleraba la marcha al unísono de esas tres palabras.

De la frágil rama pendía el cuerpo aún con el balanceo de la fuerza. El pequeño monte de piedras, y la mirada incrédula de los paseantes. "Ahora vuelvo" dijo antes de cerrar la puerta del traspatio de su casa. Su hermana pensó que tomar el aire le haría bien después de tan fuerte y desagradable impresión: su mejor amigo y su ahora ex novia juntos besándose y amándose así. Y Volvió. Volvió en forma de neblina, como viento frío despertó a su padre quien llegó hasta aquel lugar de extraño bullicio matinal, al árbol de espeso follaje. De la frágil rama pendía la soga anudada al cuello de Ulises.

(Basado en una historia real. Puebla, México.)

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