miércoles, diciembre 01, 2010

¿Será así la eternidad?


Una reunión. Hace tiempo no estaba en una. Me gusto el color durazno que bañaba el cuarto, típico de las salas de familias numerosas, allí estaba aún con la sonrisa zurcida y la mirada extraviada al exterior del cuarto.
Estábamos en círculo, todos reunidos formándolo con especial cuidado. En lo particular, no recuerdo quienes eran todas aquellas personas, excepto por la parte que apuntaba al norte. A mí lado estaba un hombre, un amigo, alguien que me es familiar y con el cual comparto tiempo a menudo, hay confianza, presiento que no es un ser ordinario, de lado izquierdo está la mamá de Alfonso y otros familiares de él -mamá, papá y una presencia femenina que consuela-.
Días antes, hace 5 noches, otra presencia femenina -no atinó a resolver si es la misma- me dijo que aquel revelaría algún mensaje a una mujer, alguna amiga tal vez.

El ambiente se tiñó de misterio en el círculo armoniosamente armado, estábamos platicando de la muerte y esas cosas. Seguía la conversación bajo esos tonos. Siempre he tenido la certeza de que viviré mucho tiempo y en este tipo de temas poco puedo decir de lo impredecible, de la suerte, de la casualidad.

Algo extraño sucedió, todo comenzó a correr lentamente, las imágenes perdían nitidez...me levanté, me despedí, y de súbito me desprendí, pero esto último sólo lo entendí a través de la mirada de la mamá de Alfonso quien compungida me vio, comprendí enseguida que veía la muerte en mí. Me extraño cuando comencé a semi elevarme, no creía lo que sucedía por la idea fija que tengo de mi permanencia-. Ella con todo el coraje de su ser derramó las primeras lágrimas -aquellas plagadas de coraje, incomprensión y mucha tristeza-. Con su mirada me detenía, tú no, por favor-.

Yo cual designio sólo seguí, no lamenté ni me aferré, sentí un placer inmenso, levité, me desprendí fue una sensación indescriptible como de bienestar, de placer, de tranquilidad, de intrascendencia, de ya nada importa ni aún viendo el dolor quise contrariar, era un flotar sin sense, no hay sensación ¿será así en la eternidad?

Los veía y no me era indiferente, pero tal vez es como si no existiése el dolor o forma de expresar eso llamado dolor. Veía ese rostro, ese dolor profundo; por otro lado sentía un placer inmenso, pero a pesar de ello en mí no había comprensión, rencor ni esa petición de cuentas que precede a las muertes.

En un tiempo más, antes de elevarme hasta el techo...regresé de golpe, me abrazó la mirada de los comensales que segundos antes lloraban. Me sentí en paz, prometí luchar por mi espacio aquí, y si viviré los años que se supone marca la línea de mi mano no lo daré por sentado con resignación sino lucharé por mi sonrisa y por la de todos aquellos que me entregan parte de su corazón. No me iré tan fácil. No me dejaré y no los dejaré, y aceptaré lo maravilloso de estar y no estar.

Allá todo parece naranja y azul. Allá no hay lo de aquí...

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