domingo, febrero 06, 2011

Días rosáceos


Notas

De la nostalgia
Te extraño, No puedo pensar en tu imagen sin dejar de sentir un temblor profundo y un ardor inmenso dentro.
Te extraño tanto y de diferentes formas, que no puedo sino acomodar mis nostalgias en cajitas de colores.
¡Cómo me gustaría estuvieses aquí! Jugar con tu mirada. Y con tu eterna y lúdica sonrisa respirar estos días espesos.
Bajo la compañía sin pretensiones, acompasada con el ritmo.

Del ajolote
He encontrado una extraña especie, un cuerpecillo delgado con ojos pequeños y un mirar fijo que me adentra a la profundidad de dónde proviene, es una especia acuática, elemento con el cuál mi relación no es del todo cordial, ni de confianza, pero ese ligero y seguro andar me llama, sé también que es un animal "extraño", único, endémico de esta tan caótica ciudad, y en extinción.

Lo encontré mientras en la orilla del río cogía las plumas del quetzal, él subía presuroso a recoger las burbujas de aire en la superficie. El encuentro, breve como incómodo, como dos seres que desconocen la naturaleza del otro y optan por ignorar la presencia con la cordialidad y agilidad más pronta. Lapso suficiente, dejo entrever su naturaleza solitaria, apacible y tranquila, y muy en el fondo presa del estrés y de ese malestar generado por los actos frustrados en tierra.

El pequeño "monstruo acuático" (del náhuatl: atl, "agua", y xolotl "monstruo") parecía tener más relación con mi hábitat de la que hubiese imaginado. Pese a ser la advocación acuática del movimiento y de la vida parecía un ente estático y dubitativo.
Resultaba al igual que yo emblema de transformaciones y muerte constante. Tal vez, fueron algunas de esas tantas cosas las que nos acercaron. Con asiduidad asistí a la orilla del río, primero por la calma encontrada en tan ajeno lugar, tan distinto a mi sitio, espacio donde nadie me conocía y a nadie tenía que proteger; así resistí el abrumador sol, y los cambios de ventisca, más tarde comencé a sentir ese lugar como propio.

Perdí el temor al agua, ya podía sumergirme un poco más. Mi amigo y el pequeño monstruo acuático me ayudaron. La mirada al cielo cambió por la vista bajo el agua. Mas un día, sumergida bajo el encanto del aislamiento, la mirada del ajolote se posó en mí, evité cualquier tipo de encuentro, pues en aquella mirada había un mensaje claro, un encuentro, una cita. Salí paulatinamente para no provocar un choque en el ecosistema, el lugar confortable, ajeno y ligero había tomado un peso incómodo. Sacudí mi cuerpo para secar los estragos del agua en mi piel, era tarde, pensé...

Aún pienso, con nostalgia y alegría, en qué hubiese sucedido si el ajolote no me hubiese encontrado; pienso en el quetzal que dejo sus plumas antes de partir...pienso en cómo la naturaleza hace lo propio...

Camino por CU

¿En qué momento la paciencia se convirtió en prisa, y la prisa en tiempo tarde?

¿Cómo sabría que era tu tiempo el que se agotaba?

Los caminos por CU siempre me traen tu recuerdo. El sol y su perfecto destello, el viento y la forma en que levanta mi cabello, los senderos y momentos antes andados, las risas y espacios ocupados...La tarde siempre soberbia que cae y deja a su paso sonrisas, cuerpos, tiempos, movimiento constante en aquellos que aún saben disfrutar este lugar. A mí ya no me sabe, no sin ti...y mientras camino sola, vienen esas imágenes, imágenes que evocan un tiempo divino.

tu recuerdo (escrito en copia)
Not found

A veces siento culpa por saber que nunca podré entregar todo porque una gran parte está contigo.

(Del paisaje, del aire frío y tinte japonés)

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