sábado, septiembre 05, 2009

A un lector

Muchas veces encontramos en las palabras un compañero. En esta ocasión ocurrió una hecatombe de confusión. Mucho de lo que escribimos al igual que en los sueños está compuesto y aderezado de muchas cosas, sean ilusiones, sueños, momentos pasados, historia, el instante efímero, canciones, videos, fotos, palabras...en fin, todos estos tiempos en un tiempo condensado como texto. Así, mucho de lo que escribo.

Todo aquí tiene un dueño, un origen, una musa. A veces sucede cuando uno escribe, en que toca fibras comunes, o que la gente que conoce a ese otro ser que escribe se siente aludida -lo cual puede ser bueno, malo, o ambas-. Al escribir no pienso en encontrar lectores, pienso en que los lectores se encuentren a través de una palabra, un sentimiento común, una inquietud y así tejer una comunión lector-escritor.

Y escribo, sí, esto está disponible, sí, pero soy un ser congruente, unificado, no es uno el que escribe y otro el que vive, lo que quiero decir es: el escribir no suple la vida, la adereza, la jerarquiza, la ordena, la alimenta, etc; ni viceversa.

Cuando siento algo por alguien se lo digo. Sabina, no espera, no planea, no deja a la interpretación; es. Y asi, lejos de simulacros, de malas interpretaciones, lo mejor es confrontar el ser. Este espacio está ocupado, reservado tal vez, y no por alguien físico sino por toda esa especie de signos, significaciones y demás que me mantienen llena aquí.

Las extrañas coincidencias y alusiones comunes, pueden ser indicio de otra cosa: no de poseer o abstraer tal coincidencia hacia sí. Nos queda un largo camino por descubrir. Un enorme abrazo mi lector escondido, del cual apenas sé me leía con asiduidad y ésta vez escribo para él.

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