lunes, noviembre 16, 2009

El amor desde la ventana en las cornisas


El miércoles regresábamos del concierto de los Ting Tings. Del Metropolitan a los tacos de Pilares, nuestro paso obligado por Tlalpan, lugar de compra venta de placer -mientras recorríamos en el automotor azul dicha avenida, debatíamos lo conveniente de acercarnos a preguntar costos, la impertinencia del conductor de querer resolver mis dudas me llevó a un colapso de nervios... finalmente nos alejamos y sólo pensamos en ¿Cómo es que funciona el negocio y quiénes lo sostienen, o qué es lo que sostiene (¿son los sentimientos?¿la necesidad de contacto físico?¿placer reprimido en busca de una fuga?¿soledad?¿dinero?,etc.)-.
Ya en los tacos, de la burla ante la mirada de gusto del taquero a la reflexión de cómo en un instante una mirada se prende de ti. Al destino final con el sujeto convulsionándose. He ahí el sentimiento en sus diversas fases: el placer, el gusto momentáneo, el amor en sus diversas fases temporales y desde varias perspectivas: la aprehensión, la comunión, la compañía, la complicidad, el hartazgo, el drama, el berrinche, la inclusión de terceros, la apatía, la culpa, la compasión, etc, etc.

El destino final: Mi casa. Afuera, tirado en la calle se encontraba un ser semi convulsionándose. Su aspecto o mejor dicho su forma era similar a la de un indigente, obeso y tosco. Retorciéndose permaneció alrededor de cinco minutos, le comenté a mi acompañante lo prudente que sería darle un ray a su casa, a lo cual con su mirada incrédula respondió:

-Si estuviera igual que él puede ser, pero así no. Ya me lleva delantera-
Reí, por supuesto. Y seguimos observando por más de hora y media lo que allí explotó.
Llegó una chica compujida y del brazo de una mujer mayor -al parecer su tía-. Mientras la joven observaba el bulto tirado, la otra recogía la sudadera que se encontraba un metro más adelante. ¿Qué sucedió?
Bajamos la ventanilla sigilosamente, con entero descaro para escuchar los diálogos de aquel trío:

Fase 1:

él dice haberse emborrachado por ella; ella se siente halagada ante tal acto; su tía no comprende cómo alguien puede creer que de esa forma será perdonado.

Fase 2:

él le reclama a ella por su estado, le grita y le repite más de una vez mientras agita su mano con la cartera abierta: -si es por dinero, aquí está-; ella retrocede y lo mira decepcionada, mientras la culpabilidad se apodera de su sentir; la tía le inquiere en más de una ocasión la pertinencia de dejarlo allí.

Fase 3:

él le pide que lo escuche, le ruega, le recuerda que la ama y que no resistiría su abandono; ella lo ve con compasión, y en un acto de autocomplacencia lo abraza, mientras comienza a deseperarse; la tía permanece en una esquina observando la calle y a los aquí presentes quienes fingen no estar al pendiente de lo que sucede.

Fase 4:

él se tranquiliza con el abrazo y cede a la proposición de irse a su casa; ella busca con desesperación un taxi para que aquel show termine pronto; la tía regresa a casa con la tranquilidad de ver terminado aquello.

Fase 5:

él sube al taxi cual animalito domesticado, sin repelar, con la cola entre las patas y la columna encorvada; ella sonríe y finge estar bien con él; la tía aún no regresa. El taxi espera mientras se despiden, claro el taximetro corre oportunamente, es la espera mercenaria.

Fase 6:

él siente una especie de frustración de no haber conseguido en su totalidad el efecto deseado con su actuar; ella regresa con la tranquilidad de haber aniquilado tan penosa situación; la tía se vislumbra en la orilla de la calle; el taxi rerocede y él sale expulsado atrás de ella.

Fase 7:

él se pende de uno de los brazos de ella; ella con el hartazgo corriendo por sus venas, lo ignora, lo evita y le entrega la espalda; el taxi espera, la tía se acerca.

Fase 8:

él la persigue, queda justo a un costado del automotor en el que permanecemos inermes fingiendo no percibir lo que afuera sucede. Ella alcanza a su tía y van camino a casa. El taxi con su andar lento persigue al sujeto.

Fase 9:

El taxi da más de 3 vueltas mientras sigue los pasos de él; él se posa frente a la entrada de la casa de ella; ella con el mayor de sus desprecios le grita que le deje en paz; la tía permanece en el marco de la puerta; al fondo un patrulla aparece. Nosotros observamos ahora desde el retrovisor.

Fase 10:

-¡Ya estuvo bueno, no!, ¿Qué te pasa?- gritan con encono y rabia, es una voz masculina, agresiva.
No percibimos a través del estrecho retrovisor, giramos nuestro cuello pero un árbol entorpece la visión. Ellas están detrás del árbol, la patrulla a un lado, el taxi avanza y en ese cambio de dirección cae en un bache frente a nuestro automotor, el tssssss comienza a desvanecer la redonda forma de la llanta.

Fase 11:

Se escucha un fuerte golpe, enseguida él sale corriendo espigado como si nunca hubiese estado bebido zizagueando como en los minutos antecesores; ella y la tía mantienen los brazos cruzados; la patrulla la puerta abierta; y nosotros no entendimos el final de la historia, es decir quién le dio el carpetazo definitivo a la claqueta.

Fase 12:

Nos observamos, hacemos hipótesis y señaló:
-¡Que pena! Cómo es esto del amor, ¿no? Todo hubiera terminado si lo hubieras llevado como te dije, jajaja-
-jaja, no, no creo. Estaba muy mal como para saber dónde vivía y yo sólo, no, no- contestó
- Qué cosas, por eso debemos estar felices de no tener pareja, puros rollos y todo un teatro- sentencié
Mientras hablaba me observaba. Su mirada penetraba como la luz matinal baña los días, con ese calor que acompaña, nutre, embelese y se entrega a placer; cual noche apagué la luz, encendí las estrellas y huí tomándome de la luna.
-A veces la gente es ciega- dijo para sazonar mi frase.
Analicé el amor desde la ventana, teniendo unos ojos embelesados en la cornisa, llenos de amor y del gusto de compartir ese tiempo-espacio. Temí y salí del auto.

-¿Qué harás el sábado?-murmuró mientras la puerta se cerraba.

No lo sé, dije torpemente con señas, con una mano torpemente buscando las llaves y con la otra que no lograba ocultar el nerviosismo dejaba entredicho "llámame".

Y llegó a mí esta canción mientras escribía y reflexionaba, y me sorprendía de lo efímera que es la vida, cuando no sabemos que en un segundo se extingue, y que aún en plena juventud puedes no despertar como sucedió con Antonio de Nigris, del cual era fan.

We've been through this
Such a long long time
Just tryin' to kill the pain

But lovers always come
And lovers always go
And no one's really sure
Who's lettin' go today
Walking away

...
I know it's hard to keep an open heart
When even friends seem out to harm you


Y espero, lograrlo, dejar de contenerme y preocuparme por distinguir aquello, porque me angustia pensar que no me doy cuenta de las cosas hasta que es demasiado tarde...ello es una cosntante; así también abatir las ideas de los adioses y bienvenidas forzadas.


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