miércoles, febrero 17, 2010

Tierra a la vista...

Llevo mucho tiempo guarecida en esta enorme cueva, ahí te esperé cada tarde mientras caía la lluvia. Era el sitio donde habríamos acordado vernos aquella mañana de noviembre, después de recoger las fresas del verano tardío. La espera no me cansa, lo sabes, no me aburro puesto que mis grandes vicios son contemplar el atardecer y recolectar los frutos caídos, las hojas de los árboles y las piedritas blancas. Espero.
Esta tarde agoniza, y no llegas. No llegarás y me lleno de melancolía con el bullicio del bosque, el aleteo de las aves, el crujir de los árboles, tengo miedo porque entre todos estos sonidos no llega el tuyo, tu ligero sílbido color ámbar, temo la soledad y esta abrumadora presencia de los no invitados que hablan y emulan palabras para que salga de aquí. Asomo mis piernas, y de mis ojos se prenden todas esas miradas inútilmente compasivas.
Apenas amanece, salgo. Busco tus huellas sobre la tierra recién mojada -extraña época de lluvía, copiosa y otoñal, pienso-, seguro te refugiaste al borde del lago para no sufrir los estragos de este atemporal acontecimiento. Corro incesante, bajo sobre las rocas deslavadas, el lago luce grisáceo, miro el agua, te veo, te veo al fondo, dices lo mucho que sientes el no haber llegado a la cita, dices que uno no escapa sólo llega tarde, enseguida te desvaneces en los surcos que mi dedo provoca al tocar el agua al querer tocarte, ya no te veo. Me abruma el calor, ese sol de mediodía, me sudan las manos, la entrepierna, la frente; mojo mi rostro, no soporto esta sensación pegajosa, no así.
Regreso ahí dónde sé que sabes estaré.
Por curiosidad salgo de nuevo, un color verde muy parecido al tuyo lanza un velero dentro de la cueva, sonrío, suena a ti, tiene las letras impresas al reverso "ONT58" y bajo la proa dice: "Sabina, el cielo estrellado sueña con ver tu vuelo hecho realidad, signado 24 de Junio", ¡vaya contradicción! Examino ociosamente mientras juego con el velero, duermo.

Encuentro un sitio para crear el muelle que considero necesita mi velero. Más tarde, tengo ya una flota, un buque y comercios alrededor del muelle. Sonrío, voy feliz. Es primavera, el puerto está desquiciado, a tope, viajeros vienen y van, terribles garrapatas y polillas corroen la madera de la flota...hay mucho qué hacer y apenas es el inicio de la temporada más algida del año. De vez en cuando regreso a la cueva, a su silencio y sabiduría, a su amor y protección; y salgo de nuevo a enfrentar todo eso que se llama "vida", aún no me embarco, aún hay mucho que resolver en esta nueva tierra fundada...Ya embarcaremos sin dejar a un lado la espera de aquella tarde en la que apareces por aquí.






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